Hoy ya sé que fallé buscándote.
No te encontré en los bosques encantados
donde los árboles hablan su lengua.
Tampoco en los templos marmóreos;
mi estirpe no es allí bien acogida.
Me senté y respiré lo que pude
mas mi estigma quebraba la quietud.
Deseaba abrazarte
y solo me alejaba.
Hoy ya sé que no comeré en tu mesa.
Mis manos, mis ojos, están manchados.
Pasearé por los arrabales.
Cultivaré a destiempo el humanismo.
Entre los míos
vestiré las galas del loco.
Y sin embargo
hasta el último aliento
recordaré lo que una vez contaron
de ti,
el mejor de los hombres,
tornando el sufrimiento en luz.