El hijo que nació torcido.
Pupila derecha tan blanca.
Pupila izquierda a media noche.
El que era modélico
pero veía el mundo sin dos.
También el poseído,
alegrando todas las fiestas.
Queriendo ser solo uno.
Y se sentaba
para después erguirse
lanzando los brazos al viento.
Y se buscaba
y a veces se encontraba
para zambullirse de nuevo.
Durmiendo apenas.
Imaginando versos en su concha.
Siempre el hijo de todos
buscando la paz prometida.